Era un día de verano i aunque el sol relucía entre las nubes proyectando todos los colores en su esplendor en su alma sólo se posaba el gris.
Entonces llovió.
Era un día de verano i aunque el sol relucía entre las nubes proyectando todos los colores en su esplendor en su alma sólo se posaba el gris.
Entonces llovió.
Los cuartos ya habían sonado y empezaban las campanadas, sonó la primera y Jorge se metió la primera uva en la boca, masticó, sin apenas tiempo de acabar-la sonó la segunda campanada así que tragó la uva medio masticada y se puso otra en la boca, masticó, de repente empezó a notar que se le hacía un nudo en la boca, sonó la tercera campanada y escupió la uva, se llevó las manos a la garganta, sonó la cuarta, el cuello le dolía y ahora le costaba respirar, sonó la quinta, se estaba poniendo rojo, sonó la sexta, alzó los ojos y se encontró con los de Raúl, su amigo de la infancia que le miraba inmóvil con los ojos abiertos cómo manzanas, sonó la séptima y su amigo alertó de la situación, sonó la octava pero ya nadie comía las uvas. Todos estaban pendientes de él cuando acabaron de sonar las campanadas pero nadie dijo buen año hasta que Jorge y Raúl se habían ido ya a urgencias.
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